1. Come alimentos reales, no productos

Prioriza frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables. Evita alimentos ultraprocesados que contienen exceso de azúcares, grasas trans y aditivos.

2. Hidrátate todo el día

Beber suficiente agua es fundamental. Muchas veces confundimos hambre con sed. Mantén una botella de agua cerca y establece recordatorios si es necesario.

3. Haz del desayuno una prioridad

Un desayuno balanceado activa tu metabolismo y te da energía para comenzar el día con claridad mental y mejor rendimiento.

4. Incluye proteína en cada comida

La proteína ayuda a conservar la masa muscular, mejora la saciedad y estabiliza los niveles de glucosa. Puedes encontrarla en huevos, yogur griego, pescado, legumbres o suplementos si es necesario.

5. Escucha a tu cuerpo

Aprende a distinguir entre el hambre física y el hambre emocional. Come cuando tengas hambre y detente cuando estés satisfecho.

6. Planea tus comidas

Tener un plan semanal reduce la tentación de comer en exceso o elegir alimentos poco nutritivos. Además, te ayuda a ahorrar tiempo y dinero.

7. No te saltes comidas

Saltarse comidas puede llevar a atracones más tarde y alterar tu metabolismo. Lo ideal es mantener horarios regulares de comida.

8. Hazlo simple, pero constante

No necesitas recetas complicadas para comer bien. Elige opciones fáciles y repite lo que funciona para ti. La constancia vale más que la perfección.